Santo Domingo, R.D. – 17 de noviembre de 2025

La creciente generación de residuos sólidos y la deficiente gestión de estos se ha convertido en una de las crisis ambientales más visibles y apremiantes de la República Dominicana. A pesar de los esfuerzos legislativos recientes, el país enfrenta una dura batalla contra la contaminación por plásticos, que no solo afecta la salud pública, sino que contamina las playas y los ecosistemas marinos.

Los Botaderos a Cielo Abierto: Focos de Contaminación

La mayor parte de los municipios del país aún depende de botaderos a cielo abierto (vertederos no controlados) que no cumplen con las normas sanitarias ni ambientales. Estos botaderos, como el tristemente célebre de Duquesa (cerca de Santo Domingo), liberan gases de efecto invernadero (como el metano) y lixiviados (líquidos altamente contaminantes) que se filtran en las aguas subterráneas y superficiales.

La falta de una infraestructura de reciclaje robusta y la baja cultura de separación de residuos en los hogares contribuyen a que la mayoría de la basura termine mezclada, haciendo casi imposible su recuperación.

La Ley de Residuos Sólidos: Un Marco en Implementación

En un intento por modernizar la gestión de la basura, el país promulgó la Ley 225-20 de Gestión Integral y Coprocesamiento de Residuos Sólidos. Esta ley establece un marco legal para:

Sin embargo, la implementación de esta ley ha sido lenta y requiere de una gran inversión económica y de un fuerte compromiso político a nivel municipal, donde recae la principal responsabilidad operativa.

El Impacto Marino: Microplásticos y Turismo

La contaminación por plásticos es especialmente grave en el litoral. Los ríos arrastran grandes cantidades de desechos plásticos que terminan en el mar Caribe. Esto no solo afecta la vida marina (tortugas, peces y aves), sino que genera microplásticos que terminan en la cadena alimentaria humana.

Para el sector turístico, esta contaminación es una amenaza directa. Aunque se realizan jornadas masivas de limpieza de playas, la solución de fondo requiere un cambio radical en la forma en que el país maneja la basura desde el origen. El reto ambiental dominicano de la próxima década será transformar el problema de los residuos sólidos en una oportunidad de economía circular y sostenibilidad.

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